Cantando, la vida es mejor cantando

Desde que recuerdo, me gusta cantar. Cantar me ayuda a olvidar, recordar, desestresar, aprender, descubrir. Es mi conexión con la música ya que no sé tocar ningún instrumento. Lo disfruto realmente mucho y es algo que he compartido con Julia desde que estaba embarazada de ella. Ahora sé que ella también lo disfruta mucho porque seguido la oigo que se pone a cantar solita para acompañarse mientras juega.

En preparación a su llegada, su papá y yo hicimos un playlist y grabamos un disco. Él diseñó la portada y todo. Ese fue nuestro regalo para familiares y amigos que vinieron a conocerla cuando nació. Este año cumple 3 y estoy pensando que sería una buena idea sacar un nuevo disco con las canciones que ahora ella ha ido escogiendo.

La música es nuestra conexión. Las canciones hacen que la pueda dormir, tranquilizar, enseñar a contar, los colores, los animales, las formas… Hacen que lavarse las manos, los dientes, bañarse, recoger después de jugar o comer fruta sea más divertido. Las canciones hacen que podamos identificar sentimientos, emociones y reconocer acciones de la vida diaria. Hacen que nos riamos mucho, sobre todo cuando usamos una tonadita y cambiamos la letra, o cuando usamos la tonada de una con la letra de otra. De estos experimentos han resultado cosas como:

«Para dormir a una Tula gigante, se necesita un babero gigante
un dedito, una leche, una Mati, una mami y una Meche
Para dormir (aplausos), para dormir (aplausos), para dormir a una Tula gigante«

«Yo tengo una hijita que se llama Tulita
y mueve las orejas llamando a mami Tai
Y mami Tai le dice portáte bien Tulita
si no te voy a hacer
chaz chaz en tus pompitas«

ó más recientemente…

«Por un beso de la Tula 
Yo daría lo que fuera, por un beso,
de ella aunque sólo uno fuera…
aunque sólo uno fuera«

«El casco de Buzz se abre y se cierra
se abre y se cierra, se abre y se cierra
El caso de Buzz se abre y se cierra
por toda la galaxia«

También nos gusta cantar el mismo verso usando una sola vocal y pasando de una en una al estilo «Había una mosca para en la pared» o «El sapo no se lava el pie».  O tararear una melodía que la otra tiene que adivinar.

La primera canción que Julia cantó completa, fue la de «Dale, dale, dale».  Tenía algo así como 18 meses (demasiada fiesta a tan corta edad). En una de esas noches en que la dormía, se puso a cantarla de principio a fin y me quedé sorprendida (como me ocurre muy a menudo). Le dije «otra vez». Para mi buena suerte la volvió a cantar y la grabé.

Ahora se sabe hasta mis canciones. Se las aprende con gran facilidad. Las palabras que no se sabe o no entiende, las inventa. Encima de todo es muy entonada. Se sabe canciones en español, en inglés y hasta en francés. Incluso se sabe la misma canción en los 3 idiomas (como la de Witsy witsy araña, la de los changuitos brincando en la cama o papá dedo).

Cantar nos permite hacer muchas asociaciones y hasta coreografías (como la de la taza o la mané). En una ocasión fuimos a comer a Monosabio y de repente, de la nada, agarró una servilleta de papel, la desdobló, se la puso en la cabeza y empezó a entonar «Marcha soldado cabeza de papel…» También le gusta mucho poner cosas en los dedos y cantar «papá dedo».

De las canciones ha aprendido nuevas expresiones y, sobre todo, aplicarlas en el momento oportuno, como cuando después de repetirle demasiadas veces una misma instrucción que se negaba a acatar por no interrumpir su juego, me sentenció con un «Si sigues martillando, nos vamos a caer». ¡Madre mía y lo que nos falta!