El dolor y el vacío que provocan la pérdida un ser querido poco tienen que ver con la edad de quién lo enfrenta. Si ese dolor tan profundo causa tanto desconcierto e inseguridad en los adultos, ¿cómo podemos suponer que un niño pueda manejarlo? Por mucho que queramos protegerlos y evitarles sufrimiento, llegará el día en que deberán enfrentarse a alguna pérdida y será mejor hacerlo con los recursos necesarios para superarlo. La muerte suele ser un tema tabú, pero es parte inherente de la vida. Es un hecho natural que debemos aprender a aceptar, y como padres, tenemos la responsabilidad de no esconderlo sino tratarlo realista y delicadamente.
Julia tenía 3 años y medio cuando hablamos por primera vez de la muerte. Recuerdo estar sentada en la mecedora del cuarto amamantando a Ana. Julia estaba jugando a un lado y de fondo, en el noticiero radiofónico daban la noticia de la muerte de Dolores O’Riordan. Con sorpresa y asomo de tristeza dije en voz alta “¡Ay no, qué lástima que se murió!” y de inmediato Julia —que tiene las antenas bien paradas— me soltó la avalancha de preguntas: ¿Qué? ¿Qué pasó mamá? ¿Qué dijeron? ¿Quién es Dolores? ¿Qué le pasó? ¿Qué es morir? ¿Por qué se murió? ¿Tú la conocías? ¿De qué se murió? ¿Qué pasa ahora que está muerta? ¿Tú también te vas a morir? ¿Y yo?…
En casa no tenemos ningún tema tabú y procuramos abordar todos los asuntos con naturalidad y franqueza. Así que abordé con la mayor paciencia y sinceridad una a una sus preguntas hasta que se mostró satisfecha y tranquila con las respuestas. El hecho de que no hubiera sido una persona allegada me permitió estar en un estado emocional neutro, indispensable para poderle aclarar todas sus dudas. Tiempo después falleció una tía mía y cuando tocamos el tema con la abuela le dijo “¿Tu hermana está con Dolores, verdad abuela”? Desde entonces aborda el tema de la muerte con la misma naturalidad.
Y así sin querer tratamos este tema tan sensible que celebramos en estos días. Como les cuento nos fue bastante bien, por lo que me animo a compartirles algunos consejos que pienso les podrían ser útiles cuando les llegue la hora de abordarlo con sus hij@s:
- Básate en sus preguntas (como en una auditoría, no des más información de la que te pidan).
- Contesta con naturalidad y sinceridad, sin engaños. Es importante reducir la incertidumbre y la angustia que les pueda producir la idea de la muerte.
- Dales información objetiva.
- Adapta el mensaje y el lenguaje a su edad.
- Muéstrate cercana y dispuesta a responder todas sus dudas.
- Utiliza analogías, metáforas, cuentos, películas (recuerda que los niños, sobre todo los más pequeños, no tienen aún un razonamiento lógico abstracto).
- Pon como ejemplo la naturaleza: plantas y animales (ciclo de la vida).
- Déjale en claro que la muerte es permanente; no hay vuelta atrás.
- Evita compararla con el sueño. Podrías confundirlo e infundirle miedo a quedarse dormid@.
- No utilices expresiones ambiguas o confusas tipo “el abuelo se ha ido”, “tu tío está en un mejor lugar» que podrían dar lugar a interpretaciones equivocadas.
- Si vas a asociar la muerte con una enfermedad, asegúrate dejar en claro que sólo las enfermedades muy graves pueden provocar la muerte.
- Si tienes una creencia religiosa, puedes explicar la muerte por medio de ella.
- Permite que sienta todas sus emociones, debe vivir su duelo.
- No trates de alegrarlo de inmediato.
- Hablen de lo especial que era para él / ella / ustedes.
Los cuentos son una muy buena herramienta para ayudar a los niños a reconocer y manejar mejor sus emociones, así que ya sea que estén pasando o no por un duelo, les sugiero algunos cuentos con los que pueden abordar la pérdida (muerte) con suavidad, sinceridad y de forma cercana.
El corazón y la botella – Oliver Jeffers
Tras perder a un ser muy querido una niña guarda su corazón en una botella colgada a su cuello creyendo que así estaría a salvo. Más tarde, ya grande se da cuenta que a cambio de no volverse a exponer al sufrimiento, había perdido también la capacidad de vivir plenamente. Así que se dispone a liberar su corazón de la prisión de vidrio, pero descubre que no es tan fácil como pensaba porque durante muchos años había fortalecido la botella con capas y capas de autoprotección. Sin embargo, una niña (como la que ella fue) le ayuda a recuperar su corazón y con él, la curiosidad y la capacidad de asombro que le permitieron reconectar con esa persona que tanto extrañaba reviviendo momentos que quedaron por siempre grabados en su corazón.
Este cuento nos gusta tanto que le dedicamos un artículo exclusivo en el blog. En mi cuenta de Instagram (@mipequenacompania) lo encontrarás en la sección de #cuentauncuento de IGTV y también una actividad que hicimos mis hijas y yo inspiradas en él.
¿De qué color es el cielo? – Jessica Vera Ruiz
El pequeño Leo pierde a su abuelo Angu poco antes de su primer cumpleaños. Tanto le ha hablado su familia de él que pareciera conocerlo como si hubiera tenido la oportunidad de convivir personalmente con él mucho más tiempo. De hecho, es capaz de conectar con él en sus sueños usando como puente el osito parlanchín de peluche que le regaló cuando era bebé y al cual amó incluso, antes de conocerlo (algo así como le ocurrió con su abuelo). Juntos viven grandes aventuras del pasado y nos enseñan que cuando las almas conectan, nunca se separan. Quienes más queremos viven en nosotros. Están siempre presentes en los recuerdos, detalles e historias que conservamos de ellos. Trascienden más allá de su presencia física y los sentimos tan cerca como si nunca se hubieran ido.
Es así – Paloma Valdivia
Algunos estamos aquí, otros se han ido y unos más llegarán. Nos damos la bienvenida, pero también en algún momento nos tendremos que despedir. Algunos llegan porque han sido pedidos, otros llegan sin preguntar. Los que se van no saben su destino y los que llegan tampoco. Con algunos nos cruzamos, forman parte de nuestra vida. Con ellos vivimos experiencias y nos tocará recordarlos cuando su paso por el mundo (o por nuestras vidas) llegue a su fin. La vida es así. Es un misterio a disfrutar mientras dure, compartiendo con los que están y recordando a los que estuvieron. La autora trata el ciclo de la vida con la naturalidad y sencillez que necesita un niño. Explica la muerte como lo que es: parte de la vida, un ciclo natural, misterioso, del que todo ser vivo es parte. Pero además, nos invita a apreciar el presente, que es el único momento en el que podemos disfrutar de la vida, de las experiencias con otros antes de partir. Este libro es una invitación abierta a aceptar las paradojas de la vida.
El hilo invisible – Patrice Karst
Las personas que se aman siempre están conectadas por un hilo largo, muy largo, inquebrantable y muy especial hecho de amor. Aunque no puedas verlo, sabes que está ahí porque puedes sentirlo. Estés donde estés, hasta ahí llega el hilo. Cuando necesitas a ese alguien especial, tiras del hilo invisible que los une; ella/él sentirá el jaloncito y tirará de regreso. Tira de él cuando lo necesites. Nada lo rompe, mientras haya amor en tu corazón. Nadie está solo, a todos nos unen por siempre hilos invisibles que trascienden el tiempo y el espacio. Sin duda un libro para guiar, consolar y sanar la ansiedad (tristeza) por separación. Nadie es demasiado joven o demasiado viejo para saber de sus Hilos Invisibles. Envía amor desde tu lado del hilo y teje tu red, lo más grande que puedas. Cuanto más amor, más hilos y cuantos más hilos, más fuerte será tu red.
El mejor regalo – Christel Guczka
Una niña tiene una relación muy cercana con su abuela, que teje lindas y muy originales creaciones. La abuela fallece pero le ha dejado un regalo muy especial sólo para ella. Este libro cuenta una emotiva historia sobre la pérdida de un ser querido pero, sobre todo, del valor de su recuerdo. Un libro repleto de bellas metáforas llenas de simbolismo.
Vacío – Anna Llenas
Una vida apacible y feliz puede verse truncada de repente por la toma de conciencia de un gran vacío, un agujero que nos atraviesa el pecho y nos lanza a una forma de vida que no sabemos cómo llevar. Esto le pasa a la protagonista de esta historia, una niña feliz que, tras sufrir una inesperada pérdida, descubre en su interior un gran vacío. Este hecho la llena de tristeza y pesadumbre y la lleva a salir en busca de posibilidades para cerrarlo y volver a ser como antes. El desasosiego que le produce comprobar que no existe nada que pueda eliminarlo para siempre la conducirá a una profunda tristeza que le servirá para despertar a una nueva realidad: la solución para llenar ese vacío está en el interior de ella misma.
Cuéntame ¿qué tanto has hablado de esto en casa? ¿Crees que es importante hablarle a los niños de la muerte?
Excelentes recomendaciones. Siempre me ha asustado el tener que hablar de este tema con mis niñas; recientemente perdimos a un familiar a causa del Covid y ha sido complicado afrontar el proceso. Me alegra mucho que existan libros como estos, que nos ayuden un poco en la conversación, sin duda los voy a considerar para que podamos sentarnos a leer y platicar juntas.
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Lamento mucho tu pérdida, pero efectivamente afortunadamente podemos echar mano de herramientas como estas historias para tratar el tema con nuestros pequeños. Gracias por darte el tiempo de leer y comentar.
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